Aprendamos...

Aprender a hablar tuvo que haber sido una experiencia trascendental para cada persona en sus inicios.

Aprender a comunicarse, a interactuar, a encontrar y sobre todo a aprovechar las distintas posibilidades que nos ofrece la tecnología, es algo a lo que ahora me estoy
abriendo,esperando que resulte tan apasionante como tuvo que haber sido el proceso de aprender a hablar...

Independientemente a eso, tal vez, solo tal vez, lo que a mi me parece interesante, a vos tambien...



jueves, 1 de mayo de 2008

UN RENUNCIAMIENTO QUE HIZO HISTORIA


Muchos presagiaron su muerte y entierro definitivos.

Otros agoreros apuntaron que quedarían terceros o cuartos en cantidad de bancas legislativas y hasta perderían todas las gobernaciones que habían conquistado antes.
Algunos se quejaron amarga y mediáticamente de que la dirigencia entregó el partido y sus banderas centenarias.

No faltaron quienes señalaron que era la peor vergüenza haber abdicado del legítimo derecho de presentar candidato propio a la presidencia de la República. Y tampoco quien vaticinara que después de esto se acabaría el bipartidismo en el Paraguay.

Nada de esto ocurrió. Y hasta lo más lógico en este momento es que nada de esto ocurrirá próximamente.

Lo concreto es que el Partido Liberal Radical Auténtico hoy está vivo y en función de gobierno. O, al menos, de cogobierno. Y lo está con todos los "derechos" de un partido centenario que renunció a presentar una postulación presidencial porque pudo leer con claridad y sin apasionamientos estériles el mensaje que se trasuntaba desde los estratos más diversos de la sociedad, los estratos políticos o apolíticos que se habían cansado de las dirigencias tradicionales, de las dirigencias que pervirtieron la política, de las dirigencias que hicieron del "bien común" una fórmula vacía de contenido para lucrar en su nombre las prebendas y privilegios malparidos en la función pública o en las jugosas contrataciones con el Estado.

¡Qué paradoja! El partido que estaba muerto en vida hoy resucita en forma de gobierno.
El partido que soportó todas las diatribas por su "pro oficialismo", hoy es directamente oficialista.
El partido del que se dijo que estaba "liquidado" por haber posibilitado el triunfo de una candidata colorada en la intendencia asuncena, un año y medio después, es el principal soporte que provocó la victoria de Lugo y la derrota de una candidata colorada en las elecciones nacionales (con todo lo que ella traía aparejado).
El partido vilipendiado por propios y extraños, estigmatizado desde la izquierda y la derecha, descalificado por protagonistas y analistas, da pie hoy a las loas y emociones desde unos y otros sectores. Con tantas bancas parlamentarias como nunca en los 20 años de transición consiguió, con tantas gobernaciones y bancas departamentales como nunca antes obtuvo, el PLRA hoy es legítimo portador de la bandera del triunfo aliancista.

No es el único, pero nadie puede quitarle el derecho de ser el principal sector de soporte para una conquista que marca, desde ya, un antes y un después de abril del 2008 en la historia política del Paraguay. No habrá sido fácil llegar a una decisión como la de la convención liberal. Basta con recordar que los dos principales sectores internos se acusaban mutuamente de "entregar" el partido. Y no olvidemos los epítetos que generó luego la ruptura de la inicialmente amplia "concertación democrática", que incluía a oviedistas y fadulistas.

Todo eso pasó, y finalmente queda un resultado. ¿Hubiera podido llegar Lugo solo sin el apoyo del PLRA? Creo que nadie en su sano y equilibrado juicio podría pensar eso. Sin embargo, ni el renunciamiento histórico del PLRA ni sus créditos legítimos en la victoria aliancista pueden ser enarbolados simplemente, cual "paquete accionario", en la conformación del futuro Gobierno.

Pero sí debe asegurarse que esa representatividad del liberalismo se exprese en una participación protagónica y concreta en la administración del país.

Por el bien del Paraguay, hasta en eso hay que actuar con espíritu de un cambio real.

Por José María Costa

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